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Le armé una cena romántica a mi pareja y terminó siendo de comida rápida

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La idea, la planificación y la preparación

Le armé una cena romántica a mi pareja. Todo empezó con una idea loca, como suelen nacer las aventuras y las grandes cosas. Pensé en hacer algo diferente, en sorprenderla con algo que no esperara. Me puse las pilas e investigué sobre cómo se armaba una cena romántica. Yo no sabía absolutamente nada del tema, pero me dediqué a leer y buscar información en internet durante horas. Quería que todo saliera perfecto y tenía que hacerlo por mi cuenta. Traje velas aromáticas, compré vino y frutas, preparé un plato principal desde cero con ingredientes frescos y saludables. Todo esto lo hice con anticipación, y el día del encuentro me dediqué a decorar el comedor para que fuera más íntimo y hermoso. Todo estaba listo para el gran momento, y yo estaba nervioso. Pero no me importaba. Solo quería que ella se sintiera amada y sorprendida con mi esfuerzo.

La gran cena romántica

Era el momento esperado. La cena empezó y las primeras sonrisas aparecieron. Primero con los aperitivos, luego con el plato principal. Todo estaba muy rico y con la presentación que había soñado. Pero, de repente, todo pareció cambiar. Alguna cosa no estaba resultando como debería. Ella empezó a mirarme de forma extraña, como si me juzgara, como si hubiera algo que decir y no supiera cómo. Me di cuenta que algo iba mal, que algo no estaba funcionando. Después de unos minutos, finalmente decidió hablar. "Amor, esto está muy rico, pero ¿no te parece que esto es comida rápida?" De repente comprendí. Había preparado una cena romántica, pero había terminado siendo una cena de comida rápida.

El suspenso

Desde ese momento, todo cambió. La perfección del momento se acabó. La cena romántica se había convertido en una cena de comida rápida. Y aunque nos reímos de la situación, la verdad es que me sentí un fracaso. Había hecho todo con tanto amor, con tanto entusiasmo, y había terminado haciéndolo mal. Me sentía confundido y triste.

La reflexión

Pasadas las horas, comencé a tomar conciencia de todo lo que había hecho mal y lo que debería haber hecho diferente. Primero, debería haber investigado mucho mejor sobre cómo preparar una cena romántica en lugar de solo confiar en mis instintos. En segundo lugar, debería haber escuchado más a mi pareja. Ella me había dado señales de que algo no estaba funcionando, pero yo estaba tan enamorado de mi idea que no quería escuchar. Finalmente comprendí que la mejor manera de demostrar amor es estar atento a la persona que uno quiere. No se trata de sorprenderla con algo grandioso, sino de estar presente, de escuchar y de hacer cosas que realmente la hagan feliz.

La moraleja

La moraleja de esta historia es clara: no hay nada más importante que estar atento a las necesidades de nuestra pareja. Ser romántico es genial, pero no podemos olvidar que el romanticismo no está solo en las velas o los vinos. Está en las pequeñas cosas, en el día a día, en hacer sentir al otro que es importante, especial y amado. Por eso, aunque mi cena romántica se haya convertido en una cena de comida rápida, estoy seguro de que he aprendido una gran lección sobre el amor. Y creo que esas son las cosas que realmente importan.